El mundo está plagado de vidas obsesionadas en vidas ajenas, en logros de terceros; son vidas que
no pueden verlo que ellas mismas tienen por delante.
Son vidas que se niegan a darle valor a aquellos logros y éxitos que han alcanzado. Se trata de personas que están cegadas ante el valor de sus propias vidas, vidas que poseen sin ser poseídas, sin ser disfrutadas ni explotadas al máximo nivel de gozo y de resultados.
Se trata de vidas que desean encarnarse en otras vidas; sin embargo,
¿serán capaces de tolerar y atravesar todo aquello que esas otras vidas han
sobrellevado para llegar al éxito? ¿Podrán emular los esfuerzos, las pasiones,
los trabajos, las millas extras, la energía enfocada, el tiempo, la dedicación, el estudio, la preparación, las
metas y las estrategias diseñadas con esmero por quienes son envidiados?
Un viejo dicho popular dice: si miras mi éxito, mira también
mi sacrificio. Sin ser tan dramáticos pero sí realistas, es necesario reconocer
que muchas de las personas que hoy están en un lugar de privilegio han sido
constantes, han decidido pagar el precio de trabajar, esforzarse y mejorarse siempre
un poco más.
Han dedicado tiempo a escuchar a sus mentores, a superarse, a sanar cada emoción que lastimaba su estima y que los detenía en el camino a su sueño. Se trata de personas que no se detuvieron hasta cosechar la recompensa que les correspondía por su siembra.
Han dedicado tiempo a escuchar a sus mentores, a superarse, a sanar cada emoción que lastimaba su estima y que los detenía en el camino a su sueño. Se trata de personas que no se detuvieron hasta cosechar la recompensa que les correspondía por su siembra.
Son personas que supieron sembrar y luego cosechar, que supieron
hablar y pedir lo que necesitaban, golpear y derribar cada puerta cerrada sin
detenerse, personas que conocían el principio que dice:
"Si golpeas, se
abrirá; Si pides, se te dará; Y si buscas,
encontrarás."
Tu búsqueda personal es la que le dará el sentido a tu vida; tus metas y tus objetivos serán los que te liguen a tu destino; tus sueños y tu propósito enfocarán tu energía y tu accionar.
Soñar, proyectarse y ser cada día un poco mejor son los ingredientes de una estima sana que sabe que las limitaciones sólo están en la mente, que nadie le robó a nadie nada de lo que le pertenece, que la felicidad depende de lo que ella misma es capaz de poseer, que su valía no está en función ni de la aprobación ni de la mirada ajena, que su recompensa está esperando ser recogida y que el éxito que le aguarda tiene su nombre.
Una estima sana no busca reconocimiento ni fama ni se mueve por conveniencias, sólo está enfocada hacia una aprobación y satisfacción personal; si el resto llega, bienvenido sea, pero es libre de la adulación y de aquellos que la ejercen.
"Aceptando que gustamos a quienes gustamos cuando somos como somos, no querremos agradar a más gente cambiando nuestro carácter, porque entonces ni seremos ni gustaremos. "
Nadie tiene derecho a compararte. No mires a nadie ni te distraigas,
crece todo lo que puedas.
No compitas con nadie, no tienes que demostrarle nada a nadie. No tienes que llegar adonde el otro llegó, sólo superar tus logros y tus propios límites "Una demostración de envidia es un insulto a uno mismo."
Tampoco tienes obligación de ganar el sueldo que percibe otro,
sino de mejorar tus ingresos actuales. No estás obligado a tener el cuerpo de
los modelos de turno para ser aceptado, sólo trabaja para poder gozar de una
buena salud física y mental.
Fragmento del libro Gente Tóxica de Bernardo Stamateas
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