Todos esperamos algo todo el tiempo. Sea bueno o malo, lo
esperamos.
Creamos nuestras propias expectativas…. Estamos llenos de
expectativas. Incluso nos movemos y actuamos con la finalidad de cumplirlas.
Las expectativas ejercen una fuerte e invisible influencia
en nuestros comportamientos y aunque no lo creas, gracias a ellas, nosotros
mismos propiciamos a que se desarrollen las situaciones según lo que prevemos.
De hecho, las expectativas, cuando son lo suficientemente
fuertes, positivas y deseadas, provocan la suficiente energía y motivación para
seguir adelante, mantenerte a flote y no rendirte.
Y Así como las expectativas fuertes y positivas pueden
provocar en nosotros ese alcance, también las expectativas negativas determinan
nuestro destino.
Por ejemplo, están vendiendo boletos para una rifa de un
auto. Puedes creer que igual y te ganas el auto y compras el boleto, o puedes
pensar que nunca te ganas nada y decides no comprarlo. Todo está en lo que esperas…
¿Con cuál crees que habrá más probabilidad de ganarse el auto?
Al final todo es cuestión de mentalidad. Lo ves negro será
negro, lo ves bello, será bello. Si esperas enfermarte, inconscientemente le dirás
a tu cuerpo que se enferme. Si quieres triunfar, también le dices al cuerpo que
se prepare y a la mente que lo visualice para trazar el camino y conseguirlo.
¿Me explico?
Y así como las expectativas que tienen los demás hacia
nosotros tienen gran influencia sobre nuestros actos, también nuestras propias
expectativas nos limitan. De hecho, las expectativas que tengas sobre ti mismo
son y serán las que te definan y determinaran en cierto modo el grado de
influencia que tengan los demás sobre ti.
Todo el tiempo nos estamos generando expectativas de nosotros
mismos, sobre quiénes somos y adonde iremos. Nos permite visualizar un futuro deseado
y esperado. Y al visualizarlo, generamos una imagen que seguir, una imagen para
aferrarnos y poder continuar. Por eso es importante que tus expectativas sean
lo más positivas posibles. Y que sean expectativas tuyas y de nadie más.
¿Pero qué pasa si no las cumplimos? Nos sentimos mal, nos sentimos muchas veces defraudados. Sin
embargo el problema podría radicar en tres causas.
La primera es que no te creaste una muy buena expectativa.
No estuvo bien definida, no era alcanzable, especifica, medible o simplemente
no dependía de ti.
La segunda que no luchaste por cumplirlas y si ese fue el
caso, entonces si siéntete culpable por eso.
La tercera es que no eran para ti…. y esta me encanta porque
yo misma la he vivido. Todo el tiempo estamos esperando algo. Luchando por algo, y de repente la vida no hace jugadas
que no esperábamos. Jugadas que te cambian hasta tu manera de pensar y de ver
la vida. Jugadas que hacen que tus expectativas se vuelvan polvo y nazcan otras
nuevas. Jugadas que te obligan a reinventarte. Jugadas que te hacen darte cuenta
que estuviste luchando por algo que realmente no querías, porque la vida te ha
dado algo mejor, algo que simplemente no esperabas….
A veces lo que esperamos pierde importancia si lo comparamos con lo que no esperábamos.
Uno se pregunta porque permanecemos fieles a nuestras
expectativas…. La verdad es porque a veces necesitamos aferrarnos a algo…. Porque
lo esperado es lo que nos mantiene firmes, de pie e inmóviles.
Sin embargo, lo esperado es solo el comienzo, pero lo
inesperado es lo que nos cambia la vida.
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